Sobre el CACEROLAZO por la DELINCUENCIA... Una Reflexión...

Un afiche de México me hace recordar el llamado al cacerolazo que hubo para el 1 de julio de 2015 en nuestro país.

Frente a este llamado es importante considerar que el tema de la delincuencia es mucho más complejo y profundo de lo que sería una lucha entre "malos" y "buenos". Es un problema que nos implica a todos como sociedad, en tanto la delincuencia ha sido producto de diversos factores que han influido en la construcción de nuestro tejido social. Los delincuentes no nacen, se hacen.... los hacemos...

Si un niño debe compartir cama, por obligación, con sus hermanospapámamá. Si, además, la pieza donde duermen no es solamente dormitorio, sino también livingcomedorcocinabaño.. todo al mismo tiempo. Si el niño debe quedarse solo en la casa por las tardes, o esperar a su madre en la calle a que llegue del trabajo, a veces ebria por tanta desesperanza y tanto trayecto recorrido. Si el hambre que siente es de verdad... Si el niño que espera en la calle se arrima al líder más "choro" del barrio, que consume droga, para protegerse del abandono y de la incertidumbre de la población y termina también consumiéndola para ser aceptado por él y por todos sus compañeros... Si, además, para ser aceptado y "choro" tiene que usar las zapatillas caras o el celular que le ofrece la tele y que venden en el mall despampanante, que pusieron al frente de su población de casas diminutas... ¿Cómo las consigue?... Si cuando es adulto su esfuerzo está al servicio del trabajo y de la remuneración que otro decide "darle", siendo que en la población aprendió estrategias para obtener más fácilmente lo que quiere y lo que le incita a consumir el sistema social.

Si todo esto y mucho más sucede, no se puede estar exento de trauma, ya que este contexto determina la estructura de las personas que lo viven y tiene consecuencias sociales importantes. El circuito de la pobreza es interminable, no se reduce solo a recursos económicos sino que tiene relación también con recursos personales, familiares, de interacción, de información, de auto conocimiento, de valores, que van construyendo una dinámica social.

En este sentido, la delincuencia NO se debiera entender en forma individual, uno a uno, sino que es necesario tomar en cuenta diversas variables, tal como la tan mencionada desigualdad y también, la invitación al consumo que se hace para sostener el sistema actual. Tener auto es símbolo de estatus o de ascenso social. Los mall que se llaman "plazas", que reemplazan a las plazas tradicionales e invitan a las familias a pasear los fines de semana, con el objetivo de comprar o al menos vitrinear para vislumbrarlos con la diversidad de objetos. La televisión, que incita a obtener fácilmente tarjetas de crédito, juguetes para los niños y todo tipo de accesorios, sin tomar en consideración que va a significar un endeudamiento excesivo en los usuarios. 

Se podría decir que estas son solo "ofertas" y que las personas son responsables de sus actos y de sus decisiones, de tomarlas o no. Es verdad. Sin embargo, cuando hay generaciones de familias que han vivido en la pobreza, a "pie pelado", en suelo de tierra o de cemento, el miembro de la familia que pertenece a la generación siguiente y que es capaz de obtener aquellas tarjetas y beneficios que ofrece el mercado, se "encandila" con tanto brillo y se transforma en el salvador: su gran misión es retribuir o reparar todo el daño vivido por las generaciones anteriores y evitarlo en las siguientes. Entonces, le compra lavadora a la madre que estuvo siempre abnegada lavando a mano, le "saca" con la tarjeta, el living al hermano, le compra zapatillas y todo lo que quieran, a sus hijos. "Para que no les falte nada", es el lema.


La rabia y molestia que puede significar todo este sistema de desigualdades, agregado a una expectativa en relación a un "deber ser" instalado en la cultura de consumo, a una "promesa" de que se puede llegar a ser así ("Si obtiene sus tarjeta puede acceder a todo lo que le ofrecemos en la tele", por ejemplo) y a la frustración de que en realidad todo este mundillo es una mentira, va produciendo un resentimiento y una tendencia a "hacerla corta y fácil como aprendí en la pobla". De esta manera, agredir y quitarle a otro lo que le "sobra", es una forma de "hacer justicia" por la historia de generaciones de desigualdades que, actualmente, se han ido agudizando. 


No se pretende hacer una apología, reivindicar ni victimizar la delincuencia. Es un hecho que da rabia cuando a uno le roban y que hay situaciones extremas que asombran. También es cierto que, en muchas ocasiones, personas que tienen estas mismas vivencias buscan y encuentran otros caminos de resolución. ¿Por qué?


Lo que se intenta es ir más allá de un análisis meramente personal, donde el otro es el "malo" y hay que eliminarlo. Se trata de entender que somos parte de una estructura social que está produciendo la delincuencia y si no hacemos todos intervenciones de fondo, la violencia social irá en aumento. En este sentido, cobra importancia la educación de calidad no solo en lo que se refiere a aprender materias, sino en enseñar valores, hábitos, intereses y perspectivas, que permitan abrir caminos a las nuevas generaciones.
 

También es importante la inversión en programas sociales, que incentiven económicamente a profesionales interesados y especializados en esa área: asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, psicólogos, sociólogos, profesores y otros que quieran participar. En la actualidad muchas personas con este tipo de intereses postergan sus oficios porque la remuneración es demasiado baja para sostener la propia vida cotidiana, siendo que muchas veces personas adultas cuentan que lo que los "salvó" de este circuito de delincuencia fue haber tenido un referente otro, que les enseñó algo distinto. 
         
No queda claro que se busca con el "cacerolazo". Es imposible solucionar el problema de la delincuencia reduciéndolo solo a demandas al gobierno de turno o a que hayan más "pacos" en la calle (de hecho en los barrios del cacerolazo es donde más hay). Tampoco se resuelve metiendo a más delincuentes en las cárceles, especialmente si no existen programas de reintegración social.

Abordar el problema como "una guerra contra la delincuencia" solo va a ir produciendo más violencia. Si se sigue pensando así, terminaremos cada uno en su trinchera, con vidrios cada vez más polarizados, viviendo en bunkers, en gettos con guardias en las puertas y relacionándonos apenas con nuestros similares.... como ya está sucediendo en nuestra ciudad.... Y, quizás, terminaremos poniendo afiches como el de México.

Más que cacerolazo sería bueno reflexionar cómo andamos por casa. Qué estamos haciendo, generando nosotros, para que nuestra sociedad haya llegado a este estado de violencia..... 



¿Cual está siendo nuestro aporte social para que esto NO suceda?

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