TREINTA... Y UNO Y DOS Y TRES...
Columna publicada en Revista Ya, año 2001 Pertenezco a una generación de mujeres que anda a treinta por hora. Como las horas pasan más rápido, solo basta que pase una y ya son treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres , sin darnos cuenta que aún no tenemos hijos, que la profesión recién comienza, y que todavía lo pasamos bien en una fiesta o acostándonos a las seis de la mañana. Aun así, cada vez nos encontramos con menos gente como nosotros en los recitales y con más amigos de los hermanos menores. En esos momentos aparece el "alcachofazo" en la cabeza, para empezar a contar hace cuántos años salimos del colegio, cuántos llevamos en el mundo laboral y a recordar mil anécdotas que hacen sorprender del paso del tiempo. Curiosamente la piel no se arrugó como se creía y nunca nos vestimos de traje de dos piezas o taco aguja, como era el estilo que siempre odiamos de los adultos, porque eso sí que era "ser vieja". El número sorprende porque es demasiado par