"En la Búsqueda de Nuevas Formas de Transformación"

Rememorando momentos de infancia y adolescencia, recuerdo una conversación discutida con una tía, sobre el gesto de lo que significaba que un hombre te abriera la puerta del auto al bajarte o al subirte. En aquellos tiempos, ella lo encontraba cordial y yo lo encontraba indignante. Sentía que me estaban ubicando en un lugar de inutilidad, de indefensa, de objeto, como si “yo no pudiera hacer eso”, como si estuviera inhabilitada para bajarme sola de un auto.

Pienso en el lugar que tiene la mujer en estos tiempos. En cómo cada persona, hombres y mujeres, se van ubicando en relación a su historia, en el sentido que tiene defender los espacios femeninos y en las diversas formas de hacerlo. Una de las maneras que me cuestionan y me producen ciertas sospechas, son las posiciones reivindicativas, similares al ejemplo de mi adolescencia. Las que se relacionan con decirle al Otro: “yo también puedo… ¿Acaso tu no lo crees?… ¿No crees que también soy capaz?” 

Me parece que esta pregunta se sostiene en una percepción propia, de falta de reconocimiento por parte del Otro, que produce que haya que estar demostrando constantemente (a alguien) lo valiosa que somos, lo inteligentes, eficientes y lo bien que lo hacemos. 

Después de años de historia, ha quedado en evidencia que la mujer cuenta, en forma innata, con capacidades intelectuales, de gestión, de trabajo y que muchas veces lo hace mejor que el hombre, pero da la sensación que, en el fondo, no se la cree. O bien, que ella cree que el otro no le cree, no la reconoce y tiene que ponerlo en evidencia constantemente. Nunca es suficiente. Esta situación empieza a ser agotadora para sí misma y por esto, las mujeres andamos siempre cansadas, cumpliendo mil cosas a la vez y con la sensación de que siempre se requiere algo más. (en el hacer se pierde el ser" ("a-ser") 

Ver: ""LAS MUJERES PIDEN AYUDA" 

A veces da la impresión que en este discurso reivindicativo se confunde un tema personal con una demanda social, ya que en ocasiones, la falta de reconocimiento tiene que ver con la propia historia y con el lugar que hemos ocupado, cada una, en su familia. También con historias arraigadas, transmitidas, tomadas, desde los roles que tuvieron nuestras madres y abuelas, de sus sufrimientos, abnegaciones y reivindicaciones no concluidas.

Desde esta posición y con estas cargas, se hace difícil considerar los cambios sustanciales que han existido en la cultura occidental, porque tampoco se hacen suficientes. Entonces, la actitud sigue siendo la misma: la rivalidad defensiva, con miedo a que el otro te pase a llevar, con la necesidad de hacerlo más rápido y mejor que EL, llegando al punto de tener que enrostrarle su incompetencia, insuficiencia… y con esto… su IMPOTENCIA. 

El problema es que con esta "pelea" no se han creado nuevas fórmulas, sino que más bien ha producido otro tipo de sometimiento, que se relaciona con demostrar que “se la puede” en el mundo masculino, logrando desarrollar todas las habilidades de competitividad, manejo de poder, gestión organizacional y administrativa, éxito económico e intelectual, solo para que siga funcionando de mejor manera la sociedad patriarcal e industrial que tanto se critica. 

El otro problema es que esta postura de "enfrentamiento" conlleva bastante sufrimiento. Actualmente es habitual encontrar mujeres muy "empoderadas", profesionales, seguras de si mismas, eficientes en los quehaceres cotidianos, pero con fuertes sensaciones de vacío, inseguridad afectiva, soledad y baja autoestima. Mujeres muy exitosas en el espacio público, pero que sufren mucho en el espacio privado. 

Si bien es cierto que aún queda mucho por hacer, para evaluar los cambios históricos que se han producido es importante considerar lo que va sucediendo con las nuevas generaciones. Actualmente, en el mundo occidental, no hay duda que una niña que egresa de cuarto medio va a trabajar, estudiar o hacer algo diferente a lo que hacían sus abuelas; ya no está obligada a casarse y si quiere hacerlo, elige con quien. Puede jugar fútbol, salir en la noche, tomar, tener sexo, no tiene que ser virgen para llegar al matrimonio, también puede decir garabatos y hablar de política, de cultura y todo lo demás. La relación que establece con los hombres es distinta y ellos también lo son.

Hay mucho que agradecer a las feministas, por haber instalado, cuestionado y abierto diversos temas relacionados con los derechos, libertades y capacidades, que han permitido un mayor desarrollo de las mujeres y de la sociedad, 
pero hay que tener cuidado, también, con caer en un cierto automatismo histórico que pudiera haber en la actualidad y que pueda estar afectando negativamente en la subjetividad de las personas actuales, tanto de mujeres como de hombres. 

Las nuevas generaciones están demostrando que se ha avanzado en la conquista de ciertos espacios por los cuales “fuimos” a la guerra. Si bien aún es necesario continuar estas batallas, también es importante sumergirse en otros registros, en nuevos discursos y en otro tipo de vínculos, con el fin aprender, recuperar e inventar nuevos códigos, que ayuden a encontrar mayor descanso, templanza, lucidez y sabiduría en la relación con el otro. 

 No se trata de volver atrás, se trata de nuevas formas de transformación…


Ver más en: CHARLA. "MUJER Y NUEVOS MUNDOS: DESAFIOS EN LA ACTUALIDAD‏"

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