LICENCIAS MEDICAS, Síntoma de un Circuito Interminable

Este artículo es parte de la Serie de Textos: "El Estrés y el Mundo de los Excesos"

El problema de las licencias médicas es recurrente en nuestra sociedad. Existen estadísticas que hablan de su aumento; en psiquiatría se acusa a los médicos de entregar licencias fraudulentas y actualmente, encontrar a alguien que diga "total, me pido una licencia", es habitual.

A primera vista, este problema se ve afectado por diversos factores que van desde la "negligencia" de los médicos hasta la "patudez" del chileno. Sin embargo, pocas veces se trata el tema de fondo, relacionado con el modo de trabajo que se ha instalado en la ciudad de Santiago y el estilo de vida que llevan los ciudadanos. Nunca se considera que las personas pasan gran parte de su tiempo EN el trabajo y que en algunos lugares es mal visto irse a la hora.

En Santiago, ser trabajólico se ha transformado en un valor que justifica cualquier cosa: "es que tengo pega", es una frase típica. Para sostener esta situación laboral, se han inventado una serie de soluciones: fotos de la familia en el escritorio para tener a los hijos presentes, redes sociales y chat para saber sobre los amigos, pago de cuentas por internet, juegos en línea. Esto va conformando una red virtual que permite sostener largas horas EN el trabajo, pero no necesariamente "DE" trabajo, ya que también se ha cuestionado su eficiencia. 

Más allá de los motivos personales, sociales o contingentes, vinculados al mundo laboral, es común que parte de la población asista al médico, al psiquiatra o al psicólogo porque algo de su vida no funciona: un quiebre amoroso, hijos que no obedecen, enfermedades físicas, angustia, colapso, entre otros. Al indagar en el tema, muchas veces las causas que provocan estos desequilibrios se relacionan con no tomar vacaciones (hay quienes "venden" sus vacaciones a la empresa), trabajar hasta altas horas de la noche, cumplir demasiadas funciones para un cargo, entre otras. 

Es decir, llega un momento en que el sistema psíquico o físico colapsa y la persona va donde el profesional solicitando una pastilla, un consejo, una palabra, una licencia, para seguir funcionando. A veces lo consigue, hasta que vuelve otra vez. 

El problema es que el descanso que se puede tomar con una licencia no arregla el tema de fondo: el jefe intenta obtener el mayor provecho del trabajador y de sí mismo, suponiendo que mientras más intenso y largo sea el horario de trabajo habrá mayor producción. Quienes trabajan suponen lo mismo y lo hacen, ya que a veces obtienen mayores resultados económicos, que benefician a sus familias. Pero la situación se transforma en un circuito interminable: se solicita licencia y medicamentos; el médico accede, ya que los síntomas son reales. La persona descansa unos días, vuelve a su trabajo y se da cuenta que nada cambia. 

En el fondo, se trata de un desequilibrio estructural en los ritmos vitales de los ciudadanos, de las organizaciones laborales, de salud y del entorno, en general. 

En países desarrollados la evidencia demuestra que trabajar en horarios acotados es más efectivo: mejora la motivación, concentración, el gusto y el compromiso por la labor realizada. En este sentido, se hace urgente para nuestra vida actual, incorporar el descanso, la recreación, la vida social y familiar real. 

Comentarios

  1. Si se podría, solo hay que pensar en eso como un proyecto que sea regularizado por el estado, mas participación ciudadana y estudios que corroboren que 6 horas diarias son mas productivas que 9, evitando tiempos muertos.

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  2. Si. El problema es que aquí, en Chile, hay que pensar primero en el exceso de trabajo, en quienes están MAS de esas 9 horas, porque se ha ido creando una cultura trabajólica en la cual es mal visto irse a la hora.
    Estamos muy lejos, aún, de plantearnos otras posibilidades.

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