EL COLAPSO DE LOS SISTEMAS: "El Circuito del Más"

Este artículo es parte de la Serie de Textos: "El Estrés y el Mundo de los Excesos".

Uno de los logros que se le atribuye al sistema actual, es que un mayor número de personas puede acceder a bienes y servicios que antes no tenía. La tecnología ha producido gran cantidad de cosas, haciendo que lo que antes era un lujo, ahora sea una necesidad, un bien básico para vivir. Se obtienen electrodomésticos de todo tipo, la ropa casi se regala, los viajes también. Antes se esperaba largo tiempo para tener un vestido, había que conseguir la tela, ir a la costurera, probarse, volver a probarse. Ahora, se compran 3X1 y luego se elige cual se usará. Todo se consigue en forma inmediata, aún cuando se pague a largo plazo.

Esta nueva forma de vida tiene consecuencias en el sistema psíquico humano: no es cualquier cosa para una persona, experimentar que puede obtener un auto, vivir en una casa, con promesa de propiedad y tenerla completamente amoblada, en forma inmediata. Es como si de verdad, el Viejo Pascuero existiera.

El problema es que sostener este sistema tiene costos. El supermercado, las tiendas, la televisión, Internet, ofrecen todo el tiempo productos y servicios. Las personas los consumen, los demandan. Para “satisfacer” estas demandas hay que producir más y, por lo tanto, también trabajar más. Para hacerlo, hay que extraer materia prima de la naturaleza, del suelo, del aire, de los animales marítimos y terrestres, de los bosques. Ade-más, para que toda esta maquinaria funcione, se requiere de la industria energética, automovilística y del petróleo, implicando usos de grandes cantidades de CO2, que contaminan y producen daños graves e irreparables a toda la humanidad.

Todo este proceso va dando origen a un circuito interminable, vinculado al exceso, en el cual se crean “necesidades” que se vuelven reales, produciendo la percepción de que nunca es suficiente lo que se requiere. 

Cada oferta de este CIRCUITO DEL MÁS va “engolosinando” a los consumidores, hasta el punto de que surgen seres “devoradores” de cosas, de comida, de objetos, incluso de personas. Como el sistema corre más rápido que la gente, inventando algo cada vez más novedoso, se va haciendo imprescindible la deuda para alcanzarlo; con el mundo globalizado se aumenta aún más la oferta. 

De esta manera, las personas se empiezan a acostumbrar a lo inmediato, a sentir que todo se puede obtener a bajo costo o sin importar los costos. A la vez, los objetos se transforman en algo brillante que atrapa, seduce, encandila y hace “picar la carnada”. Los créditos otorgados por el mismo sistema producen más deudas, más horas laborales, más rapidez y, por lo tanto, más energía psíquica y física para mantenerlo. No es fácil dormir así, menos cuando existe el riesgo de perder el trabajo y la angustia por no poder pagar. 

El circuito del "MÁS" atrapa en una ilusión. En algún momento, el sistema hace crisis y las personas se dan cuenta que todo el bienestar adquirido ha ido reduciendo su calidad de vida. Se empieza a perder la serenidad, las relaciones interpersonales se alteran, surgen nuevas enfermedades y el ser humano ya no se tolera ni a sí mismo. 

Si bien en la sociedad actual se ha logrado un mayor acceso a bienes y servicios, este sistema de consumo ha ido "produciendo" nuevos seres, que corren en forma desenfrenada y sin motivo claro, detrás de estos objetos. Esta situación ha tenido consecuencias negativas a nivel físico, psíquico y ambiental, que obligan a detenerse, a encontrar un límite y reflexionar.

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