MUCHO QUE AGRADECER A LAS FEMINISTAS

Para todos, los tiempos han cambiado. Para algunos, los buenos tiempos han quedado atrás. De todas las revoluciones, la de la mujer ha sido la más profunda, en tanto ha implicado una transformación cultural, un verdadero cambio en la mentalidad, en la manera de pensar, sentir y actuar de las personas. El control de natalidad, la igualdad social, el derecho a voto, la participación en el mundo laboral son pequeños grandes gestos que provocaron una transformación en la subjetividad femenina, en la manera de mirarse a sí misma.

¿Qué ha significado esto para las hijas y nietas de aquellas mujeres que miraron de frente la libertad y que se relacionaron, de una u otra forma con ella, haciéndole el quite, amistándose, enemistándose o llevando la lucha hasta el final?

Estas hijas y nietas participan de una generación nueva, producto de aquella libertad, pero también producto del origen de aquellas madres, de una tradición, de una mentalidad arraigada durante siglos sobre cómo debe ser y comportarse una mujer, cosa poco cuestionada.


Esta generación, entonces, se sitúa en el lugar preciso de una contradicción en la que se juega la libertad, por un lado, y la tradición, por el otro. Estas mujeres han aprendido a nadar ahí, donde los pensamientos difieren de los sentimientos y de la conducta, debiendo y queriendo a cada rato hacer el intento por anudar en algún lugar estos tres cauces llorones y reclamones.

Las mujeres de hoy trabajan, viajan, estudian, carretean, pololean, se casan, tienen hijos. Todo al mismo tiempo, debiendo y queriendo cumplir con todos estos cauces y con las lealtades invisibles que se tiene hacia las madres, en tanto han sido una promesa de mujer de futuro, pero con el miedo arraigado por el futuro de esa mujer.

Se quiere tener libertad para salir con las amigas, pero también se busca aquel hombre protector que cuide, vaya a dejar y espere en la puerta hasta entrar a casa. Se quiere trabajar y pensar, pero también que nos hagan cariño antes de dormir. Se quiere ser autónoma, pero también es un agrado que los otros tomen las decisiones. Se quiere bailar sola, pero siempre esperando que otro saque a bailar.

¿Qué se quiere, entonces? Es esta una nueva generación, con un lenguaje particular que no está del todo claro y que todos los días hay que aprender. Una nueva generación con tantas posibilidades y oportunidades que llevan a perderse de vez en cuando y a encontrarse nuevamente de cuando en vez. No siempre está todo claro, por lo que es una generación ubicada en un movimiento y en un momento de invento y de re-invento.

En ocasiones se transforma en algo difícil de vivir. La soledad es parte de la vida cotidiana y el encuentro con el otro es siempre sorprendente y necesario de ser construido día a día, noche tras noche. Ardua tarea la que dejaron las madres y abuelas, pero se agradece, ya que la pregunta por la felicidad, la autenticidad y la libertad es un valor fuertemente arraigado en las nuevas generaciones. Por esto, hay mucho que agradecer a las feministas.

              VER CHARLA: "TREINTA y TANTOS... Diez Años Después"

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