LAS MUJERES PIDEN AYUDA

La integración de la mujer al mundo laboral tiene que ver con un desarrollo personal. La mente empieza a pensar, a reflexionar y el cuerpo a actuar. Se tiene opinión frente a lo que rodea y se empieza a construir y participar en el espacio público, ya sea ministerios, universidades, empresas y todos aquellos lugares fuera de lo privado del hogar.

  Al ser el espacio público un nuevo ámbito de acción, se necesita un gran esfuerzo para ser aceptadas, lo que hace que, en muchas ocasiones, las mujeres se pongan "más papistas que el Papa". Al integrarse a un mundo que pertenecía a los hombres, la mujer debe tener mucha fuerza para ser escuchada y utilizar más energía de la habitual para ser reconocida.

Esto tiene efectos en el espacio familiar y privado. Al estar tan cansadas y ensimismadas con el tema del “afuera”, cuesta la concentración en el hogar, en la relación con el otro, en el cuerpo y la intimidad. Si existen hijos, aparece la culpa. Se pretende entregar TODO en dos horas y el afecto se transforma en una necesidad ansiosa por cumplir.

Se empieza a funcionar. Se va llenando el espacio personal y se va llenando el espacio laboral. Se va tomando actividad tras actividad, sin darse cuenta, hasta quedar saturadas. Pero se sigue igual, sin escuchar, sin mirar, sin hablar. Haciendo, haciendo, haciendo.

En un momento empiezan las discontinuidades entre los pensamientos, sentimientos y acción. Los sentimientos se resisten a tanta actividad y provocan los peores lapsus, equívocos y reclamos por la necesidad de ser escuchados: se empieza a llegar atrasadas a todos lados, se producen caídas inesperadas, tropiezos, o bien, alguien pega la patada emocional del siglo.

En ese momento se comprende en lo que se estaba y se produce el retorno. El cuerpo pide cariño y respeto por el propio ritmo, docilidad y fragilidad. No queda más que llegar al hogar, acostarse en el nido, taparse con el adorado plumón y llorar.

En el hacer (“a-ser”) se pierde el ser. Es importante aprender a dosificar. Es positivo que las mujeres sean seres pensantes y que logren desarrollarse personalmente, tener un cuento y una opinión frente a la vida y al mundo. Pero es importante, también, no exagerar en el intento. 

Para esto se necesita ayuda. Entre mujeres y, también, de parte de los hombres, que se encuentran muy impresionados con esta novedad y no saben como soportar tanta discontinuidad. Es importante que ellos aprendan, también, de la riqueza que puede haber en el desarrollo de la paternidad, lo entretenido que pueden ser algunas labores domésticas y lo reconfortante del espacio privado.


Estamos frente a la presencia de nuevos seres, hombres y mujeres, que nunca en la historia se han relacionado de esta manera. Es un mundo nuevo que solo enseña estirando el elástico lo más posible hasta que se rompe. Se necesita creatividad y dedicación para reconstruirlo. Paciencia y tolerancia para soportar las eternas repeticiones y hacer de estos tiempos un aprendizaje.




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